La seleccionada nacional que dio una clínica de tenis de mesa en Minera Antucoya, contó detalles de sus inicios en este deporte, momentos difíciles, triunfos y desafíos.

Chile iba 2-0 arriba, 10-7 a favor. Sacaba Horacio Cifuentes de Argentina. Al otro lado de la red, Gustavo Gómez y Daniela Ortega, esta última embajadora de Santiago 2023. Ambos miraban fijamente la pelota que salía de las manos del jugador argentino. Comenzó la jugada y en menos de cuatro segundos ganaron el punto. Los tenimesistas chilenos soltaron sus paletas y taparon sus ojos con sus manos. Daniela se tiró al suelo y Gustavo la fue a abrazar. No lo podían creer. Eran oro sudamericano.

“Una de las medallas en los ODESUR de Asunción la ganamos con mi amigo Gustavo en dobles mixtos. Lo viví de tal forma que nunca lo voy a olvidar. Me tiré al suelo, él llorando, yo llorando. Creo que ese momento me va a quedar marcado toda mi vida”, dijo Daniela Ortega.

La tenimesista nacional, que visitó el 28 de junio Minera Antucoya y a sus 24 años realizó su primera clínica de ping-pong con trabajadores y trabajadoras de la Compañía, lleva toda una vida dedicada al deporte con pelota más rápido del mundo. “A los cuatro años agarré por primera vez una paleta. Mi hermano era el que jugaba tenis de mesa, él tiene 9 años más que yo. Desde que estaba en la guatita de mi mamá, yo ya escuchaba la pelota. Después iba en el coche a todos los campeonatos”, explicó.

Hoy, es seleccionada nacional de ping-pong, tiene cuatro oros sudamericanos y está enfocada en uno de los desafíos más importantes de su vida: Los Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023, evento deportivo en el cual Antofagasta Minerals es sponsor oficial.

Pero para Daniela no fue fácil llegar donde está: “Cuando tenía 15 años quería ser la mejor. Sin embargo, no fue posible. Nadie me apoyaba, estaba muy sola. Para nosotros en Chile es muy duro porque acá lo principal es el fútbol, a veces el tenis, pero los otros deportes nadie los conoce”.

En ese sentido, insistió, fue muy difícil salir adelante. “Partí muy chica, a los 17 años me fui a vivir a Europa. Es una lucha diaria, el apoyo de las familias es súper importante. Sin ellos yo no estaría donde estoy ahora. Requiere de mucho sacrificio, esfuerzo y resiliencia”, agregó.

Por eso, para ella es tan importante ser embajadora de Santiago 2023 de Antofagasta Minerals: “Me pone muy contenta. Cuando gané los oros en los ODESUR dije, ´este es el momento de pedir apoyo´ y justo llegó. La verdad es que fue una satisfacción muy bonita que una empresa tan grande quisiera ser parte de mi carrera y que me apoyara”.

Portugal, Francia y Chile

Daniela entrena todos los días de lunes a viernes (a veces sábado) dos turnos al día. A eso le suma ejercicio físico día por medio. Así es su rutina en Portugal, donde gracias al apoyo de su familia, puede dedicarse 100% al tenis de mesa.

Antes de eso, en 2019, vivió en Francia. Ahí, aseguró, lo pasó muy mal. “Me sentía un bicho raro, no pertenecía en ese lugar. Pero también tengo que rescatar las cosas buenas de esa mala experiencia. En esa época llegué a mi mejor momento deportivo con 19 años. El primer oro importante que saqué fue a esa edad, cuando salí campeona sudamericana adulta”, expresó.

Estas vivencias, dijo, la han hecho crecer y transformarse en la deportista que es hoy. Ahora vive un gran momento deportivo y espera demostrarlo en Santiago 2023. “Es un desafío muy importante para mí y para mi equipo. Nunca se han sacado medallas en tenis de mesa en Juegos Panamericanos y esperamos que este año lo podamos lograr. Vamos a estar con nuestras familias, con nuestra gente y queremos darles esa alegría”, finalizó.