La nueva superintendente de Medio Ambiente resaltó su enfoque en las personas y una gestión ambiental estratégica y cercana.

Desde Santa Cruz, en la Región de O’Higgins – donde nació – hasta el desierto en Minera Antucoya, llegó Carmen Gloria Valenzano. Actualmente radicada en Requínoa, la ingeniera con sólida formación y experiencia profesional asumió el desafío de liderar el área ambiental con una mirada humana y estratégica.

“Lo asumo con mucha alegría y gratitud. Estoy comprometida con entender rápidamente los procesos y, por sobre todo, conocer a las personas», señaló. “Ya conocí al equipo; tienen mucha experiencia y han sido muy colaborativos con mi llegada”, agregó.

Preparación y trayectoria

Carmen Gloria es ingeniera Civil Ambiental, cuenta con estudios en Prevención de Riesgos, un Magíster en Sistemas de Gestión, certificación SERNAGEOMIN B y, recientemente, finalizó un MBA.

A lo lago de su carrera ha trabajado en diversos sectores: la agroindustria, empresas sanitarias y principalmente, en la gran minería, donde ha desarrollado casi 13 años de trayectoria. Sin embargo, su conexión con el medio ambiente viene desde mucho antes. “Nací en el campo, en Santa Cruz. Mis papás reciclaban sin saberlo y mi mamá preparaba pesticidas orgánicos en su invernadero”, recordó.

Sobre su experiencia como mujer en sectores tradicionalmente masculinos, comentó: “Incluso en la agroindustria, que es más masculina que la minería, logré hacerme un espacio. A veces hay que demostrar un poco más, pero nunca ha sido un impedimento para mí”.    

Familia y desafíos

Fuera del trabajo, Carmen Gloria es mamá de Josefina y lleva una vida familiar sencilla junto a su esposo. “Somos una familia pequeñita, pero muy unida. Nos gusta ir a la playa, viajar a Santa Cruz o a la Quinta Región. En mis tiempos libres practico ciclismo, voy al gimnasio y disfruto mucho cocinar. Mi placer culpable son los desayunos en cafeterías”, comentó entre risas.

Consciente de los desafíos de liderar un área estratégica como Medio Ambiente, llegó preparada y con una hoja de ruta clara. «Tenía mi plan de 100 días, pero lo adapté porque lo primero era conocer al equipo, la estructura y procesos de Antucoya”, explicó. “He tenido reuniones uno a uno con cada integrante, porque me interesa saber quiénes son, qué piensan y qué esperan. Las personas están al centro de la gestión».

Su objetivo es claro: dejar un sello en la cultura de sustentabilidad de la Compañía. “El cumplimiento es fundamental, pero el gran desafío es que Antucoya se destaque por tener una cultura de sustentabilidad sólida y reconocida. Que los trabajadores se identifiquen con ella y que sea parte del discurso de la organización”.