El modelo permitió predecir el comportamiento del material y formar cordilleras de hasta 10 metros de altura.


Maximizar el uso del espacio y reducir el impacto ambiental y los costos operativos son los beneficios que trae consigo la implementación del modelo predictivo que optimiza la gestión del botadero de ripios. La herramienta digital fue desarrollada por el equipo de Inteligencia Minera de la Vicepresidencia de Desarrollo de Antofagasta Minerals, con el apoyo de Minera Antucoya.
“Este es un método predictivo, multivariable, que permite entender cuáles son los factores que influyen de mayor manera en el comportamiento que va a tener el ripio, si va a fluir o si se va a comportar como sólido. Antes se intentaba predecir, pero hoy entendemos cuáles son las variables que nos permiten controlar este comportamiento”, explicó Carlos Prades, ingeniero experto en inteligencia Minera de Antofagasta Minerals.
El área de Ripios cuenta con dos espacios disponibles para depositar los residuos: el sector cordillera, donde se acumula lo más sólido y el barranco, donde se deposita materiales con mayor fluidización. Matías Castro, ingeniero en Aprendizaje Computacional de Antofagasta Minerals, destacó que el modelo ha sido clave para organizar la zona: “Entendimos qué recursos son más relevantes para el objetivo, lo que nos permitió planificar las áreas de descarga”.
Pilas de lixiviación
El modelo identificó que la variable más importante para planificar el área es la cantidad de días de drenaje en las pilas. Cuanto más se drenan los módulos, tras el proceso de lixiviación, más seco es el material. Por ello, el equipo aumentó el tiempo de drenaje de 8 a un rango de 12 días, fomentando la formación de cordilleras.
Carlos Varas, ingeniero senior área Ripios y principal impulsor del proyecto, señaló que el espacio se optimizó depositando los residuos hacia arriba, reduciendo la superficie utilizada. “Antes las cordilleras alcanzaban los 4 metros, ahora llegan a 10 metros. Nuestro desafío es alcanzar los 15 metros”, comentó.
Con este nuevo paradigma, también se eliminó el uso de agua para inyectarla a las correas transportadoras, reduciendo así el impacto ambiental y los costos operativos. “Al estar más seco el material, se acumula menos debajo de las correas, lo que reduce los tiempos de limpieza. Además, los raspadores y otros componentes no se ven afectados por la humedad, beneficiando al área de Mantenimiento”, concluyó Daniel Ávila, ingeniero construcción obras de Ripios.

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