El profesional contó sobre su experiencia y evolución en la Compañía en la que lleva más de una década.


Para Benedicto Letelier la minería es más que un trabajo. Es un espacio para desarrollarse profesionalmente, seguir el legado familiar y cultivar amistades. Con más de diez años en Minera Antucoya, el recién promovido a metalurgista senior ha sido testigo de transformaciones importantes, desde la construcción de la planta hasta el desarrollo de nuevos equipos de trabajo. “Llegué en abril de 2014, cuando el proyecto estaba en su recta final. Hoy, soy el único en el área que sigue desde esos días”, comentó.
Benedicto nació en Calama y egresó de la Universidad Católica del Norte. Comenzó su carrera en Minera El Tesoro, en plena crisis asiática, lo que él recuerda como un golpe de suerte. Desde entonces, su recorrido lo ha llevado por distintos cargos. En Antucoya, inició como metalurgista de Planificación, luego asumió el cargo de metalurgista de Corto Plazo y finalmente su actual posición como metalurgista senior. “Aquí trabajamos todos juntos. No importa si vienes del área contable, de Mina o de Planta, todos nos apoyamos para llegar a la meta. Eso es lo que más valoro de esta Compañía”, explicó. Además, comentó que, de cada equipo que le ha tocado formar, ha aprendido a adaptarse a nuevas dinámicas y personalidades, lo que ha fortalecido tanto sus habilidades técnicas como su liderazgo.
Impulsado por el ejemplo de su padre, quien trabajó en Chuquicamata, Benedicto eligió la metalurgia como su campo de estudio. “Mi papá siempre me hablaba de su trabajo en la Planta y eso me generó curiosidad. Al final, decidí estudiar metalurgia y hasta hoy siento que tomé el camino correcto”, afirmó.
Un hombre social
Fuera del trabajo, Benedicto es un hombre de familia y amante del fútbol. Tiene cinco hijos y cuenta que el nacimiento de la menor es una de las anécdotas que más lo han marcado. Debido a complicaciones durante el embarazo, se trasladó con su señora desde Illapel a Calama, donde sus padres aún viven: “Fue una suerte haberla llevado a esa ciudad. Ella comenzó a sentir síntomas de pérdida y gracias a que estuvimos allá, pudo recibir los cuidados necesarios. Hoy mi hija tiene 10 años y pienso en esa decisión como una de las más importantes de mi vida”, comentó. Actualmente, Benedicto vive con su señora e hija menor en Illapel, donde se dedica a otra de sus pasiones: ser hincha de ‘Cobreloa’ y el fútbol. Este deporte le permite desconectarse y compartir con amigos, especialmente en los encuentros deportivos que organiza en zonas rurales del sector.
Después de más de una década en Antucoya, Benedicto continúa desarrollándose y enfrentando nuevos retos. Su historia es la de un profesional que ha crecido junto a la Compañía y que, más allá de los logros laborales, ha encontrado en Antucoya un lugar para construir amistades y mantener los valores que lo han guiado desde sus inicios.

0 comentarios